En la celebración del 70 Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, OACNUDH presenta la obra teatral “La Tempestad”
Cada 10 de diciembre a nivel mundial, se celebra el Día de los Derechos Humanos, coincidiendo con la fecha en que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948. Nos recuerda también el largo proceso histórico por el que transitamos como humanidad para llegar a este hito histórico: hemos sido crueles y profundamente inhumanos los unos con los otros. Nacida de la devastación de dos guerras mundiales, la gran depresión de los años 30 y el holocausto, la Declaración Universal está encaminada a prevenir tragedias similares y la tiranía y violaciones que las causaron. Pone frente a nosotros caminos para prevenir que nos continuemos haciendo daño y promueve una sociedad con personas libres de miedo y de temor y libres de miseria e indigencia. La Declaración pone un límite a los poderosos e infunde esperanza en los indefensos.
En las siete décadas desde su adopción, la Declaración Universal ha sido el punto de partida para innumerables cambios positivos en las vidas de millones de personas en el mundo, influenciando al menos 90 constituciones y cuantiosa legislación e instituciones nacionales regionales e internacionales.
Desde el Alto Comisionado sostenemos que la DUDH sigue siendo tan relevante hoy como hace 70 años. Ha resistido las pruebas del tiempo y sigue vigente frente a acontecimientos como por ejemplo el advenimiento de nuevas tecnologías y desarrollos sociales, políticos y económicos que sus redactores no hubieran podido prever. Los preceptos de la declaración son tan fundamentales que pueden ser aplicados a cualquier nuevo dilema. La Declaración nos brinda preceptos para regular inteligencia artificial y el mundo digital. Nos da un marco de principios que podemos usar para contrarrestar los efectos del cambio climático en la gente y en el planeta. Nos da la base para asegurar iguales derechos para todos y todas, como las personas LGBTI, que pocos se atrevían a nombrar en 1948, con estas palabras: Toda persona tiene derechos a las libertades de la Declaración Universal “sin distinción de ninguna naturaleza como raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen nacional o social, propiedad, nacimiento u otro estatus”. Esta última expresión “otro estatus” han sido frecuentemente citadas para expandir la lista de personas específicamente protegidas. No solamente personas LGBTI, sino personas con discapacidad (quienes tienen una convención para ellos y ellas, adoptada en el año 2006) Personas adultas mayores, pueblos indígenas, minorías de toda clase. Todos y todas.
Sin embargo, también 70 años después, el trabajo que la declaración coloca frente a nosotros, está lejos de estar terminado. Y probablemente, nunca lo estará.
En sus claros 30 artículos, la declaración nos proporciona medidas que, de aplicarse, podrían acabar con la pobreza extrema y las condiciones de vida infrahumanas que todavía millones de personas padecen en el mundo y brindar alimentación, vivienda, salud, educación, trabajo y oportunidades para todos y todas, sin discriminación. Ilumina un futuro para un mundo sin holocaustos, sin tortura ni hambrunas o injusticias. Un mundo donde la miseria sea mínima y nadie sea demasiado rico ni demasiado poderoso para evadir a la justicia. Un mundo donde cada ser humano tiene el mismo valor que otro, no solamente al momento de nacer sino durante toda la vida.
Hoy, amigos y amigas nos reunimos aquí porque compartimos el ideal de que los derechos humanos, contemplados en esta Declaración. Nuestro reconocimiento hoy especialmente, a la incansable e imperiosa labor de los defensores y defensoras en Honduras. Ellos y ellas se encuentran cada día a la vanguardia de la defensa de los derechos humanos y la democracia mediante su labor, dedicación y sacrificio. Nuestra preocupación por y rechazo a las cobardes campañas de desprestigio y amenazas que sufren por defender la Declaración. Padre Melo, quien se ha excusado por no poder estar aquí, nuestra solidaridad porque usted ha sido nuevamente víctima de una vil campaña. El estado debe investigar estos actos criminales de manera expedita, transparente e imparcial. Nuestro reclamo de justicia para los casos de defensoras y defensores en impunidad: justicia para Berta, para Margarita Murillo, para Carlos Escaleras, Carlos Luna, Jeanette Kawas, Walter Trochez, Eric Alexander Martinez Avila, Vicky Hernandez y Leonela Zelaya, entre otros y otras. Es una lista larga.
Quisiera reconocer el apoyo de USAID que, a través del proyecto Unidos por La Justicia, nos permite disfrutar de la presentación de la obra teatral “La Tempestad”. Esta obra, que cuando la vi en la Mosquitia, me conmovió profundamente por su mensaje de derechos humanos. Gracias Tito por tu trabajo de adaptación y dirección de esta maravillosa obra, gracias a los actores y actrices, por hacernos el honor hoy de compartir el enorme talento que tienen. Y por de alguna manera aterrizar el derecho a la cultura a través de esta obra.
También agradezco a la cooperación internacional por elegir a la Oficina del Alto Comisionado como socia para apoyar al país en la protección y promoción de los derechos humanos. Les agradezco enormemente por la confianza que han depositado en nosotros.
Gracias por la confianza y el acompañamiento de las organizaciones de sociedad civil y los defensores y defensoras de derechos humanos, es un honor coincidir y encontrarnos con ustedes en un horizonte de lucha en común por los derechos humanos. Los y las acompañamos y apoyamos en el compromiso de cada día de defender los derechos humanos.
La Declaración Universal ha sido uno de los avances más constructivos y revolucionarios en la historia de la humanidad. Es el deber de todas y todos cuidar nuestros derechos humanos, exigirlos y luchar por ellos. Que disfruten esta pieza teatral, que contiene un mensaje profundo de derechos humanos.