Jóvenes como sujetos de derechos y actores de participación y transformación social

“Los jóvenes son una fuente de innovación y de soluciones; apoyarles para que desarrollen su potencial es importante. Si vamos a crear un mundo más pacífico y sostenible para cumplir los ODS [Objetivos de Desarrollo Sostenible], ellos deben estar al frente”. Con esta afirmación António Manuel de Oliveira Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, lanzó la estrategia de juventud 2030 o estrategia ‘Generation Unlimited’ durante la celebración de la 73ª Asamblea anual de la ONU, en 2018. La estrategia tiene el objetivo de que todos los jóvenes del mundo estudien y tengan un empleo digno.
Según datos de la ONU el mundo está poblado por 1.800 millones de personas de entre 10 y 24 años. Esta es la generación más numerosa de la historia y la más afectada en sus derechos por falta de educación, desarrollo de competencias, empleos precarios, remuneraciones bajas, violencia y conflictos armados. Es por ello que los Gobiernos tienen la obligación de garantizarles oportunidades para su desarrollo personal a través de la educación formal y no formal, que les permita adquirir habilidades para interpretar la realidad y al mismo tiempo desarrollar actitud crítica y ética frente a la sociedad en la que viven, expresar sus opiniones e involucrarse en los procesos de toma de decisiones.
En una sociedad democrática las personas jóvenes mujeres y hombres de todas las etnias, condiciones socioeconómicas, así como las personas jóvenes con discapacidades y las personas de la comunidad LGBTI+, tienen que ser escuchadas para así poder luchar contra la exclusión social e impulsar cambios para el desarrollo humano de la comunidad.
Según un Informe elaborado por Unicef en 2018, el contexto demográfico de Honduras está conformado por 39.4 por ciento de población menor de 18 años (3,493,181). Del total, 49.6 % son mujeres y el 52.6% vive en zonas urbanas. La población joven está concentrada en su mayoría en cuatro departamentos: Cortés, Francisco Morazán, Yoro y Atlántida y el 9.3 % pertenece a uno de los nueve pueblos indígenas o afro hondureños del país, que resultan ser los más vulnerables en una sociedad en la cual los índices de pobreza y desarrollo humano se encuentran entre los más bajos de América Latina. Adicionalmente, en Honduras el crecimiento de la desigualdad, la falta de educación y oportunidades contribuye a las causas que generan criminalidad y flujos migratorios irregulares, también en la población juvenil. Finalmente, la falta de información y asesoramiento a esta población sobre su salud y sus derechos sexuales y reproductivos incide en los altos índices de violencia y embarazo en población adolescente.
El Estado de Honduras, en su Código de la Niñez y Adolescencia, reformado en 2013, consagra a la educación como derecho universal. Asimismo, Honduras ratificó la Convención de los Derechos de los Niños de 1989, la cual reconoce el derecho de los niños a expresarse libremente en función de la edad y madurez, por su parte la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, de 2008, reconoce a los jóvenes como sujetos de derechos y los considera “sujetos prioritarios”. Desde esta perspectiva, el Estado debe eliminar todas las barreras que impidan a los jóvenes ejercer sus derechos y promover una ciudadanía activa con el fin de facilitar el dialogo, fomentar el liderazgo juvenil y de igual manera su asociación y su participación en espacios públicos, en los cuales los jóvenes puedan discutir, negociar, decidir y ejecutar una estrategia de cambio.
Naciones Unidas menciona en los ODS 16 y 17 la participación de jóvenes como agentes de cambio. La Agenda 2030 es muy importante para las personas jóvenes, ya que son los mayores beneficiarios y sus logros o fracasos tendrán repercusiones directas en su vida. En este marco, en Honduras es esencial favorecer la participación de jóvenes en acciones concretas tales como asambleas estudiantiles, auditorías sociales, asambleas comunitarias y cabildos abiertos. El liderazgo juvenil puede ser una herramienta que contribuya a abordar los problemas sociales en el marco de los derechos humanos, así como a identificar las barreras existentes en el país, buscar soluciones e implementar estrategias que permitan formular políticas públicas dirigidas a una transformación sociopolítica, con miras a construir una cultura de paz.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Honduras (OACNUDH) ha venido acercándose a jóvenes líderes y lideresas de Honduras en el marco del cumplimiento de su mandato, buscando la promoción y protección de los derechos humanos. En ese sentido, se puede observar que este grupo poblacional es bastante consciente de sus derechos y de las debilidades y desigualdades que existen para el pleno goce de estos según se establece en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Igualmente sugieren que debe ser es legítimo exigir promoción y protección de sus derechos, como por ejemplo los económicos, sociales y culturales que contribuyan a vivir en dignidad y libertad; así como sus derechos a la participación política. Es por eso que OACNUDH Honduras cree que universalizar la participación de los jóvenes en actividades de concientización, así como empoderar a las nuevas generaciones, debe ser punto de partida para impulsar una transformación social.
En el contexto de Honduras, OACNUDH se propone llevar a cabo una serie de acciones enfocadas en potencializar los derechos de los jóvenes como actores estratégicos para el desarrollo y para la construcción de una sociedad futura más próspera, libre e inclusiva. La Oficina del Alto Comisionado en Honduras a través de su campaña “SomosPersonasDefensoras”[1] quiere sensibilizar a la comunidad sobre el valioso papel de las personas defensoras de Derechos Humanos y elogiar su labor en contra de la injusticia, para que el respeto de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales involucre todos los miembros de la comunidad y de manera particular, las y los jóvenes hondureñas/os.
La voz de las y los jóvenes en Honduras y en el mundo contribuye a crear un sistema de paz, justicia y desarrollo sostenible. Su involucramiento y movilización es esencial para la construcción de un universo de derechos, en donde su fuerza y tenacidad es fundamental para defender, promover y proteger los derechos humanos.
[1] https://oacnudh.hn/audios-somos-personas-defensoras/